LA PICONERA

LA PICONERA

martes, 3 de diciembre de 2013

AMOR PLATONICO


Toda persona guarda algún secreto. En mi caso, los secretos son muchos. Soy de la opinión de que la gente no debe saber todo de mí, me sentiría desnudo e indefenso.

He tenido mis historias amorosas (más bien sexuales) como otros tantos las tienen, y jamás he pretendido saber el pasado de ninguna mujer con la que he estado. Por eso me siento especialmente incómodo ante sus requerimientos de detallarle mi vida sexual. Nunca he accedido a ello, no porque me avergüence de mi pasado sino porque sería como violar la intimidad de esas personas que confiaron en mí.
Desde hace un par de años tengo una relación con una chica maravillosa. Nos vemos cuando podemos, pero eso sí, cada uno en su casa. Jamás ha salido de mi boca ninguna palabra de amor hacia ninguna de las mujeres que han pasado por mi vida. Solamente una vez he estado enamorado, pero hace ya tantos años que ni me acuerdo como era esa sensación.

martes, 26 de noviembre de 2013

ENGAÑADA Y DESENGAÑADA


 ¡Sola por fin, agotada, pero satisfecha! Todo parece marchar mejor en estos últimos meses. Ya era hora que la vida me diera un respiro y dejara atrás esas lágrimas derramadas, ese retraimiento autocompasivo que hacía encogerme y esconderme de los demás en cualquier rincón de la casa, sintiendo vergüenza ante las miradas, y molesta ante los intentos de consolarme de aquellos a quien consideraba mis amigos, teniendo que soportar esas miradas maliciosas y a ratos compasivas de esos vecinos, conocidos e, incluso, de esos familiares que cobardemente no se habían querido involucrar, dejando que la pelota creciera y fuera rodando de aquí y para allá, dejándome en la ignorancia total, convirtiéndome en una burla, en una conversación de café sin importarles mis sentimientos. No los perdonaré nunca.

martes, 19 de noviembre de 2013

PRIORIDAD


Hoy ha recogido sus cosas y se ha marchado. No he querido despedirme de él; tan sólo lo he observado meter sus cosas en el maletero del coche sin pronunciar palabra, viendo, desde esa terraza que tantas horas nos ha acogido, lo poco que abultan dos años de convivencia. Me ha dolido como no pensé que lo haría, pero ahora mismo no me arrepiento de haber tomado esta decisión.
Quizá he sido demasiado dura e intransigente no dándole el tiempo que me pedía,  pero desde que dejó patente sus intenciones de no ser padre, nuestra relación se estaba deteriorando, carcomiendo y expandiéndose en una deriva sin solución.
Me ha acusado de hacerle chantaje emocional, e incluso de querer vulnerar sus deseos, recalcándome que tenía muy claras cuáles eran sus aspiraciones y su manera de pensar respecto a una posible paternidad.
Entendí sus aspiraciones profesionales, estando dispuesta a seguirle allá donde fuera, aunque tuviera  que abandonar mi ciudad, mi gente y mis amigos; por amor, porque lo quiero. Pero siempre he sentido ese deseo de  engendrar vida, de tener un hijo que sea parte de mí, y creo que es algo tan importante en mi vida que no puedo renunciar a ello. Pensé que el tiempo, el amor que nos profesamos y el poder formar una familia le harían cambiar de parecer, pero no fue así.
Esta forma distinta de entender la vida, el amor y la pareja nos está desgastando y me está sumiendo en un mar de dudas. ¿Puedo renunciar a mis deseos de madre por estar con él? ¿Se lo echaría en cara en un futuro? ¿Estoy siendo injusta con sus deseos? ¿Le estoy presionando? ¿Podría cambiar su forma de pensar más adelante? ¿Cómo nos afectaría el tener un hijo? ¿Aceptaría sus responsabilidades como padre? ¿Y el no tenerlo me haría sentir vacía? ¿Sería una mera acompañante en su intento de progresar profesionalmente?
Tras un largo dilema sopesando los pros y contras, creo que he llegado a una decisión. Esta mañana me he despertado con un regusto amargo, y con ese sabor que dejan en la boca las malas noticias. Él seguía durmiendo a pierna suelta y abrazado a mí, ignorando a la determinación  que había llegado.
Los años pasan mucho más rápido de lo que pensamos y tenemos un tiempo limitado para cada cosa. Nos toca elegir entre las opciones que nos brinda la vida, y esa elección depende de nuestras prioridades, porque toda elección implica una renuncia. Creo que él tiene claras sus ideas y, ahora, yo también tengo claras las mías.  No puedo arriesgarme a esperarlo y que sea demasiado tarde. Me duele que no sea él quien me acompañe, puede que me equivoque por renunciar a su amor, pero al menos habré elegido. Quizás vuelva a tener pareja o no encuentre quien llene el vacío que él me deja, pero no renunciaré a ser MADRE.

martes, 12 de noviembre de 2013

CHANTAJE EMOCIONAL




Como si de un rosario se tratara, todos los días la misma letanía con comentarios sotto voce, de forma directa e indirecta, con acciones, actitudes y, por qué no decirlo, “amenazas veladas y sin velar”. Mi pareja me hace parecer desequilibrado, avergonzado, frívolo y hasta culpable.
En estos dos años que convivimos he sido feliz y creo que ella también. Nos hemos amado, divertido y hemos creado un gran vínculo, una “amistad” que pensaba que estaba reñida entre dos personas enamoradas.
 Con gran sacrificio por nuestra parte y debido a esta crisis que nos azota, nuestra economía no es muy boyante que digamos. Nos defendemos con mi pequeño sueldo, que nos da bastante seguridad, mientras que mi pareja ha retomado los estudios que antaño dejó al estar en paro.
Mis expectativas personales son la de crecer profesionalmente en la empresa en la que trabajo, por lo cual, dedico unas cuantas horas cada día a formarme académicamente. El ascender implica movilidad de ciudad, algo que tengo asumido desde que entre a formar parte de la empresa. Por su parte, mi pareja conoce y acepta mi situación y mis expectativas laborales desde el mismo instante que la conocí.
Desde nuestros inicios le he manifestado que no tengo instinto de padre ni intención de serlo y, sobre todo, ahora no es el momento adecuado para pensar en formar una familia. El  tener un hijo implica en cierto modo retrasar e incluso abandonar mis ambiciones y conlleva que ella tenga que abandonar sus estudios. Nuestra vida cambiaría radicalmente.
Ingesta cantidad de horas hemos consumido tratando el tema de crear una familia. La he escuchado y he comprendido su punto de vista referente a su deseo de ser madre. Le he repetido incesantemente que no me gustan los niños, tan sólo me agradan para un rato y que sean de los demás, que no tengo instinto paternal y no creo que llegue a ser un buen padre. Además, implicaría un cambio drástico en nuestras vidas y no sé si estaría dispuesto a ello.
Consciente o inconscientemente por parte de mi pareja, estoy sufriendo un chantaje emocional desde que le han entrado las ganas de ser madre. Ahora temo la hora de llegar a casa y ser recibido con ojos llorosos, con malas caras, con reproches de ser egoísta, que no la quiero lo suficiente y que lo único que deseo de ella es sexo, que soy muy cómodo y no quiero responsabilidad, y que ahora no sabe si soy el hombre adecuado para formar una familia o tendríamos que dejar la relación.
El dilema al que estoy abocado actualmente es: ¿acepto sus deseos de ser  madre  por el amor que le tengo o rompemos la baraja y cada uno elige la vida que cree conveniente?


martes, 5 de noviembre de 2013

¡SOY CULPABLE?



La mano me tiembla al marcar su número de móvil. Lo acerco a mi oído. Da un tono, dos -nervios, corazón acelerado-, tres –duda-, cuatro -la imagino indecisa ante número plasmado en pantalla-, cinco, cuelgo con desazón o alivio. Respiro hondo, comenzando a fluir un sin fin de  razones.
Con la mano sudorosa y agarrotada en torno al móvil, permanezco indeciso, dudando con volver a marcar o esperar respuesta. Preguntándome si vale la pena el paso que voy a dar. Mis apetitos sexuales están cubiertos satisfactoriamente y no tengo ninguna necesidad de complicarle la vida a ella. Pero el morbo que me despierta su situación sentimental, unido a ese juego prohibitivo (entre comillas), incentiva mi instinto más animal.
No es la primera vez que he estado con mujeres comprometidas o casadas, pero hace tiempo había abandonado ese tipo de relaciones. No es que no me apetezca, sino que con Internet y los locales de ocio donde acostumbran a acudir las separadas, puedo satisfacer mis necesidades ampliamente sin ningún tipo de complicación o dificultad.
Todo comenzó como un juego: Facebook, añadirla como amiga sin conocerla, simplemente porque lo es de una conocida mía, comentar sus fotos y poses, dedicarle escritos haciendo reseña de su página,  comenzar un intercambio de mensajes privados, e iniciar ese juego del galanteo sin abrumarla, dando dos pasos adelante y uno hacia atrás. Era reticente a facilitarme su número de móvil, pero la impliqué en el juego más absurdo, el darnos un número cada día o cuando le apeteciera. Le hizo gracia, y no hace falta decir que lo conseguí. Sobran las palabras entre nosotros. Ambos sabemos, que si tenemos  un encuentro, acabaremos en la cama.
Suena el teléfono… ¡Sí, es ELLA!                             

martes, 29 de octubre de 2013

DESVELADO


Desvelado y sólo en la cama para no perder la costumbre, me ha dado por utilizar el poco caletre del que aún dispongo.
Con lo complicado que es a menudo, conciliar las ganas de vivir con los deseos de un tiempo ya pasado, me he visto trasladado a ese tiempo en la que ella apareció  en mi vida. El hecho de que mi mente y mi imaginación vuelva atrás a una época pasada, puede deberse a la vejez, la soledad, o porque fue la única mujer de la que he estado enamorado.
 A veces me han preguntado. ¿Por qué no has rehecho tu vida de nuevo?
Como tampoco tengo propósito de la enmienda,  disertaciones  y no ha entrado en mi órbita desde el día que ella me dijo: “Hasta aquí hemos llegado”;  he preferido para evitar malos equívocos desde el principio, significar, que deseo navegar por poesías antes que con prosas, ya que  cada etapa tiene su literatura propia.
Al día de la fecha es raro despestañarme, o ahogarme como antaño en un mar de lágrimas, hoy, tan sólo me queda su imborrable historia, su evocación, su sonrisa, y como llenó esa época de radiante luz.
Ahora es mi pasado y eso no lo puedo evitar, (además tampoco lo deseo) y parte  de lo que actualmente soy se construyó con ella; EXISTIÓ, y es lo que realmente  importa, vanagloriándome de haber conocido el amor, no todos pueden decir lo mismo.
Un besote preciosa si llegas a leerme.

martes, 22 de octubre de 2013

ÉL Y YO



Después de navegar al compás de los vaivenes de un mar de deseos, al mando de un timonel experto conocedor del oficio, he llegado a buen puerto, exhausta, satisfecha y henchida de placer.

Con los ojos entreabiertos, observo admirada a quién me ha llevado hasta el cielo, que incorporado en la cama, abstraído, fuma impregnando la habitación del aroma a tabaco negro.

Cuando  un mes atrás lo conocí, sentí como si pudiera acariciarme, desnudarme y hacerme suya tan sólo con la mirada. Sus risas y manera de comunicarse me cautivaron desde el mismo instante en que entró en la cafetería a desayunar. Cada mañana desde ese día se convirtió en una espera ansiosa hasta su entrada.  

Ahora, me estremezco de nuevo al  evocar sus  dedos hábiles recorriendo todo los recovecos de mi cuerpo, anhelando de nuevo que me haga suya y busque mi gozo con esa infinita paciencia que me ha demostrado, consiguiendo demorar su entrega hasta que  le  pida llegar juntos.

No sé qué ocurrirá mañana, ni tampoco lo que él busca de mí. Ahora no quiero plantearme que dirá la gente, mis hijos o mis padres, si doy a conocer mi relación con un hombre mucho mayor que yo. Ahora tan sólo quiero disfrutar de estos momentos y  mañana ya se verá.

martes, 15 de octubre de 2013

ELLA Y YO


Desde la penumbra, y tumbado boca arriba en otra de las tantas camas que he visitado últimamente, me encuentro ensimismado en mis pensamientos y observando las  pequeñas volutas de humo que  salen de mi cigarrillo como un holograma sin proyección.

Mi mirada se recrea en  “Ella” examinando su cuerpo joven, bello y terso que duerme placida y completamente desnuda a mi lado. Sin embargo, hace escasos momentos era una tormenta desatada abatiendo su rabia, su pasión, y esos deseos sexuales atesorados  en su interior en los que ha dado rienda suelta,  a un frenesí de lujurias desde el mismo instante que la tuve desnuda entre mis brazos; ahora,  su respiración es sosegada, pero dándome la impresión que en cuanto la vuelva a acariciar, su piel se erizará y retomará de nuevo el timón de la nave, manejando el sextante para que le marque el camino de nuevo a las estrellas.
Hace un mes, creía que sería una utopía que se fijara en mí de la misma forma que lo hacia yo con “Ella”. Mi constancia  y la experiencia de esos veinte años que nos separan han hecho que no se fijara en la edad y sí en mi persona. Ahora, una vez que la he hecho mía, me pregunto: ¿Qué futuro nos queda?
Somos tan diferentes en nuestras formas de ver la vida, (la paradoja es que hace un momento éramos un solo cuerpo, como si nos conociéramos de siempre y estuviéramos hechos el uno para el otro). Se que no soy hombre de una sola mujer, y ella no es mujer para un hombre veinte años mayor. Triste paradoja la de Ella y Yo, Yo y Ella.
Volveré a despertarla y a disfrutar de nuevo de este cuerpo que ni por asomo a mi edad podía imaginar hacerlo mío.
Mañana será otro día.