LA PICONERA

LA PICONERA

martes, 29 de octubre de 2013

DESVELADO


Desvelado y sólo en la cama para no perder la costumbre, me ha dado por utilizar el poco caletre del que aún dispongo.
Con lo complicado que es a menudo, conciliar las ganas de vivir con los deseos de un tiempo ya pasado, me he visto trasladado a ese tiempo en la que ella apareció  en mi vida. El hecho de que mi mente y mi imaginación vuelva atrás a una época pasada, puede deberse a la vejez, la soledad, o porque fue la única mujer de la que he estado enamorado.
 A veces me han preguntado. ¿Por qué no has rehecho tu vida de nuevo?
Como tampoco tengo propósito de la enmienda,  disertaciones  y no ha entrado en mi órbita desde el día que ella me dijo: “Hasta aquí hemos llegado”;  he preferido para evitar malos equívocos desde el principio, significar, que deseo navegar por poesías antes que con prosas, ya que  cada etapa tiene su literatura propia.
Al día de la fecha es raro despestañarme, o ahogarme como antaño en un mar de lágrimas, hoy, tan sólo me queda su imborrable historia, su evocación, su sonrisa, y como llenó esa época de radiante luz.
Ahora es mi pasado y eso no lo puedo evitar, (además tampoco lo deseo) y parte  de lo que actualmente soy se construyó con ella; EXISTIÓ, y es lo que realmente  importa, vanagloriándome de haber conocido el amor, no todos pueden decir lo mismo.
Un besote preciosa si llegas a leerme.

martes, 22 de octubre de 2013

ÉL Y YO



Después de navegar al compás de los vaivenes de un mar de deseos, al mando de un timonel experto conocedor del oficio, he llegado a buen puerto, exhausta, satisfecha y henchida de placer.

Con los ojos entreabiertos, observo admirada a quién me ha llevado hasta el cielo, que incorporado en la cama, abstraído, fuma impregnando la habitación del aroma a tabaco negro.

Cuando  un mes atrás lo conocí, sentí como si pudiera acariciarme, desnudarme y hacerme suya tan sólo con la mirada. Sus risas y manera de comunicarse me cautivaron desde el mismo instante en que entró en la cafetería a desayunar. Cada mañana desde ese día se convirtió en una espera ansiosa hasta su entrada.  

Ahora, me estremezco de nuevo al  evocar sus  dedos hábiles recorriendo todo los recovecos de mi cuerpo, anhelando de nuevo que me haga suya y busque mi gozo con esa infinita paciencia que me ha demostrado, consiguiendo demorar su entrega hasta que  le  pida llegar juntos.

No sé qué ocurrirá mañana, ni tampoco lo que él busca de mí. Ahora no quiero plantearme que dirá la gente, mis hijos o mis padres, si doy a conocer mi relación con un hombre mucho mayor que yo. Ahora tan sólo quiero disfrutar de estos momentos y  mañana ya se verá.

martes, 15 de octubre de 2013

ELLA Y YO


Desde la penumbra, y tumbado boca arriba en otra de las tantas camas que he visitado últimamente, me encuentro ensimismado en mis pensamientos y observando las  pequeñas volutas de humo que  salen de mi cigarrillo como un holograma sin proyección.

Mi mirada se recrea en  “Ella” examinando su cuerpo joven, bello y terso que duerme placida y completamente desnuda a mi lado. Sin embargo, hace escasos momentos era una tormenta desatada abatiendo su rabia, su pasión, y esos deseos sexuales atesorados  en su interior en los que ha dado rienda suelta,  a un frenesí de lujurias desde el mismo instante que la tuve desnuda entre mis brazos; ahora,  su respiración es sosegada, pero dándome la impresión que en cuanto la vuelva a acariciar, su piel se erizará y retomará de nuevo el timón de la nave, manejando el sextante para que le marque el camino de nuevo a las estrellas.
Hace un mes, creía que sería una utopía que se fijara en mí de la misma forma que lo hacia yo con “Ella”. Mi constancia  y la experiencia de esos veinte años que nos separan han hecho que no se fijara en la edad y sí en mi persona. Ahora, una vez que la he hecho mía, me pregunto: ¿Qué futuro nos queda?
Somos tan diferentes en nuestras formas de ver la vida, (la paradoja es que hace un momento éramos un solo cuerpo, como si nos conociéramos de siempre y estuviéramos hechos el uno para el otro). Se que no soy hombre de una sola mujer, y ella no es mujer para un hombre veinte años mayor. Triste paradoja la de Ella y Yo, Yo y Ella.
Volveré a despertarla y a disfrutar de nuevo de este cuerpo que ni por asomo a mi edad podía imaginar hacerlo mío.
Mañana será otro día.