Otra vez regreso sobre mis pasos, esos pasos que me retornan al mismo lugar una y otra vez como un autómata, donde los recuerdos hacen que afloren la felicidad y mis tormentos. Es difícil evitarlo, como imposible de estar sin ellos, como una droga que me ayuda a vivir y morir poco a poco en silencio, pagando por un error todo el daño que causé, y queriendo volver a vivirlo hasta el infinito, con la esperanza de que el final fuese distinto, pero ya es tarde, además, mi cobardía me impide adentrarme en este mar y acabar de una vez con este martirio.
Y todo continúa igual, la misma barca desvencijada, el mismo cielo con sus estrellas resplandecientes, el arrullo de las olas al morir en la arena, la cálida temperatura que aumenta con el recuerdo de ella. Al recordarla. la veo deslizarse sutilmente con sus cabellos rizados al aire por la brisa del mar, ese brillo de su cuerpo reflejados por la luna llena y silenciosa como la noche se recuesta apoyada entre la barca y mi hombro, me mira dulce y tiernamente, fijando sus ojos negros en los míos,y entre susurros prometiéndonos palabras de amor, que solamente callábamos cuando fugazmente nuestros labios se rozaban en un tierno y dulce beso de amor.