Hoy he amanecido con uno de esos días tonto, donde
la tristeza se ceba invadiendo mi corazón como un hierro candente, penetrando
poco a poco, desgarrando todo lo que encuentra a su paso sin compasión.
Mi mundo se ha venido abajo, no veo la manera de eludir esos negros
nubarrones que me acechan en la distancia, presagiando que muy lentamente
engullirás todo lo que me rodea.
A
día de hoy, no estas para cobijarme, en ese refugio de seguridad que tú me
proporcionabas cada vez que lo necesitaba, donde sabia que nada malo me podía
suceder, siempre estabas ahí, apoyándome y aconsejándome para que todo me
resultara más cómodo.
Deseo cerrar los ojos, y al abrirlos,
tenerte ahí a mi lado, pero se que eso no ocurrirá.
Y cómo cada día, te sigo echando de
menos.