En
un instante, brotó toda la rabia y el
odio acumulado en los últimos años. Él permanecía inmóvil, boca arriba en la
cama y bañado en su propia sangre, los
ojos abiertos, y la sorpresa reflejada en su rostro.
El
cuchillo de cocina en sus manos ensangrentadas. La calma tras la histeria desatada,
unida a una paz, que no sabría explicar.
Su
imagen reflejada en el espejo de la habitación
donde tantas veces los había visto hacer el amor. Su hija durmiendo en la
habitación contigua y ajena a la tormentosa escena producida hacía unos minutos.
Con
una tranquilidad que no podía sospechar, preparó una pequeña maleta con la ropa
necesaria de su hija, llamó a su madre para que viniera a buscarla. Y por
último llamó a la policía.
Tras
dieciocho meses en prisión provisional y a la espera que dicten sentencia por
la que ha sido juzgada, quiere dar testimonio escrito por sí pudiera servir a
otras mujeres que vivan y padezcan el infierno que soportó durante la última
etapa de convivencia.
Mis
comienzos con él, no creo que difiera mucho de
las demás parejas. Apenas tenía dieciocho años cuando le conocí en la universidad,
él veintiuno; desde el primer instante que lo vi, quedé prendada de su
simpatía, de lo inmensamente guapo que era, y de una mirada tan intensa, que
era como si me desnudara cada vez que me miraba. Enseguida me pidió salir, no
cabía en mí de gozo, era la envidia de mis compañeras y, me sentí la mujer más afortunada de la tierra.
Los
meses fueron transcurriendo. Me entregué a él por completo. Era mi Dios y mi
seña de identidad. Perdí cualquier atisbo de personalidad que pudiera haber
tenido. Todo lo que él solicitaba, ahí estaba yo para que fuera complacido. En definitiva, me había
convertido en su esclava sin darme cuenta. Mis estudios, al contrario que los
de él, se fueron al garete, con las consabidas broncas en casa.
Mis
reglas por lo general eran bastante exactas, un mes tuve una falta a la que no
le presté atención, cuando me quise dar cuenta, ya estaba embarazada. Cuando
nuestros padres se enteraron de la noticia, prepararon una ceremonia con
nuestras cercanas familias y nos casamos.
Dejamos
los estudios, yo me dediqué al cuidado de la casa que teníamos alquilada, y él,
a la construcción que por aquella época estaba dando su última bocanada de
empuje en la economía española antes de entrar en crisis. Los primeros meses de
convivencia antes de nacer nuestra hija, fueron duros, pero no se veía
reflejado en nuestro matrimonio, que a pesar de nuestra bisoñez, los íbamos
superando como mejor sabíamos y podíamos.
Al
mes de nacer nuestra hija, la crisis laboral entró de lleno en nuestras vidas;
fue despedido y sin posibilidades de encontrar trabajo. Nuestra relación entró
en crisis, apenas me tocaba, y cuando lo hacía, era de una forma casi rallando
la violencia. Le disculpaba, pues comprendía que lo estaba pasando mal estando
en el paro y con unos ingresos bastante pobres.
Paulatinamente
fue dejando de mirar a nuestra hija. Palabras soeces que nunca habían salido de
su boca, empezaron aflorar de una forma continuada sobre mi persona, mi trabajo
en la casa y la niña. Me achacaba su desgracia por haberme quedado embarazada,
y de no haber tenido la preocupación de evitarlo, además de no haber podido finalizar sus estudios. Era la culpable de
todos sus males.
De
los insultos y malos modos, pasó a la violencia física. Era un sin vivir
esperando su llegada, y el no saber cómo
vendría. Me había acostumbrado a los gritos, las humillaciones y a la
resignación de mi cotidianidad diaria. A todo esto, no tenía vida social, mis
padres se habían ido a vivir a la costa y estaban lejos de comprender en el
infierno que se había convertido mi vida.
El
fatídico día que desencadenó el desenlace por la que estoy en prisión, llegó a casa bebido, yo
estaba en nuestra habitación cambiando a nuestra hija, sin pronunciar palabra,
me agarró de los pelos arrastrándome por el suelo, cuando se cansó, empezó a
pegarme patadas. Me dejó en el suelo
dolorida y llorando, se fue a la habitación, y empezó a gritarle a nuestra
hija, culpándola de todos sus males, la niña con un llanto desconsolado gritaba
mi nombre, me levanté como pude del suelo, agarré un taburete de la cocina y se
lo estrellé en la cabeza con todas las fuerzas de la que era capaz en esos
momentos. Cogí a mi hija en brazos, la calmé y la introduje en su cuna. Una vez
dormida, volví a la habitación, y ahí permanecía, quieto, no sabía si estaba
muerto. El miedo a que otro día le pudiera hacer daño a mi hija, me hizo ir a
la cocina, coger el cuchillo grande y sin pensarlo ni un instante, se lo hundí
una tras otra, hasta que la rabia me venció. Hoy, habiendo pasado todo, sé que
no actuaría de esa forma, les pediría ayuda a mis padres y a las autoridades.
Mi gran preocupación, será cuando mi hija pregunte por su padre, ¿qué pensará de mí?, solo imaginarlo, se me cae el alma al suelo.
Mi gran preocupación, será cuando mi hija pregunte por su padre, ¿qué pensará de mí?, solo imaginarlo, se me cae el alma al suelo.
La mujer maltratada no suele tener el valor de coger el cuchillo de la cocina, pero deben pensarlo muchas veces. La mujer maltratada suele caer muerta en manos de su verdugo, como los noticiarios nos recuerdan cada semana, el promedio de mujeres muertas en España por parejas o ex parejas, así que tu protagonista, cuidadosa en proteger ala niña, debería tener una pena de cárcel proporcional al daño que ya recibió del tipo
ResponderEliminarMuy bien narrado. Un abrazo y feliz sábado, sin maltrato alguno
Un relato muy bueno con la cruel situación de la que viven muchas mujeres, solo que en esta ocasión venció ella, aunque las consecuencias las pagará de una forma u otra, pero todo pasa, y la protagonista quedará libre para siempre con su niña que entenderá cuando sea mayor lo que hizo su madre por las dos.
ResponderEliminarUn abrazo Fibo, y buen junio.
Cada día me asombras...sobre todo cuando te pones en la piel de una mujer, tienes una sensibilidad que se transmite cuando escribes.Un besote corazón.
ResponderEliminarUna terrible situación.
ResponderEliminarUna historia muy bien escrita.
Un abrazo.
hoy me desperté con la noticia de que una mujer mató a su pareja de una estocada en el pecho , los hijos quedaron en custodia de un familiar
ResponderEliminartriste despertar para tantas realidades maltratadas
la violencia es violencia sin importar género o ideologías
buen fin de semana
gracias pro tus huellas Fibo, buen fin de semana
Eliminarsaludos
Por nosotras no somos capaces de mover ficha... El miedo es una cadena con imposibilidad de salvar... Pero por los hijos... Nunca se sabe cómo vas a actuar hasta que te ves en una situación similar.
ResponderEliminarTe felicito porque has relatado la angustia y el dolor de una manera superlativa y, nos has invitado a sentirlo desde tus palabras tan bien elegidas.
Mil besitos con cariño.
Me tomo un descanso, os leeré cuando pueda. En mi último poema os informo.
ResponderEliminarUn abrazo Fibo.
😘💙
Que tragedia ni sabes como y qué decir es terrible lo que sucede en nuestra sociedad pobre chica marcada para el esto de su vida es muy fuerte , un besote Guapo
ResponderEliminarUn triste relato del maltrato y sus consecuencias. Genial relato muy vivido . Te mando un beso
ResponderEliminarHola Fibo, un relato que refleja la triste situación de muchísimas mujeres hoy en día, una terrible lacra que cada día vivimos muy cercanas y por las noticias, y a la que veo difícil termino, que le pasa a nuestra sociedad?, a que estamos llegando?
ResponderEliminarBesos.
El maltrato está a la orden del día, es una terrible lacra que por desgracia hoy por hoy no hay quien la pare. Incomprensiblemente muchas mujeres sufren sin causa alguna este infierno terrenal. Unas sobreviven pero otras lamentablemente acaban siendo víctimas de sus verdugos.
ResponderEliminarMi abrazo Fibo!!
Es horrible escuchar cada día lo que sucede con las parejas, pero es como si estuviera de moda, cada día alguien muere a manos de quien tanto la amó o lo amó un día, creo que eso sucede porque se apuran mucho a vivir la vida sin pensar en realizarse primero como personas, individuales solo piensan apasionadamente y cuando la pasión acaba viene el problema. Una triste historia querido amigo, y los únicos que sufren son los hijos, pero esa es la realidad de la vida. Besos feliz semana.
ResponderEliminar¡Hola Fibo!
ResponderEliminarVaya historia escalofriante, he leído el texto completo y me he quedado reflexionando, como es que un amor casi idílico puede acabar en tragedia, pero ya explican muy bien tus letras.
A veces el amor nos ciega y no miramos la doble personalidad que hay en el otro/@... Siento en el alma lo sucedido. Creo que nacemos con un destino marcado. Esta historia me deja un sabor amargo.
Y bueno, por desgracia estos sucesos, son casi el pan nuestro de cada día. Vivimos en un mundo loco, lleno de egoísmo, parece que están vacíos de amor- comprensión y paz los corazones de la humanidad, como si la felicidad se comprase con dinero y no es así, si tenemos el corazón lleno de paz y amor, no habrá obstáculo que se imponga, puesto que el amor lo puede todo es el motor que mueve al hombre y a la mujer también.
Te dejo un besiño, mi inmensa gratitud y estima.
Madre mía Fibo, ¡qué angustia! Por desgracia real, y hasta cotidiana. Es increible hasta el punto de desesperación que se ven sometidas las personas, el odio que se puede llegar a desplegar, el maltrato que ya crea a otro ser diferente.
ResponderEliminarUna pena, y una realidad que debería poder ser erradicada. Siempre habrá quien golpee y dañe en lo físico o psicologicamente. Siempre habrá quien no pueda más y clave el cuchillo porque no confíe o no le llegen las fuerzas para pedir la ayuda.
De veras, una tragedia.
Me impactó el relato.
ResponderEliminarBesos.
una historia triste pero también muy fácil de ver en la realidad ,me has conmovido ,besos
ResponderEliminar¡Que drama!
ResponderEliminarY eso sigue sucediendo en España, en Argentina y en muchos países donde el machismo es rey. Seguramente esto siempre ha sucedido, pero qué sucede que todos los días se renuevan los casos...?
mariarosa
Un relato muy bueno y lamentablemente de mucha actualidad.
ResponderEliminarPoco a poco y si las leyes respaldan, habrá esperanzas acerca de éste flagelo.
Cariños.
FIBO...
ResponderEliminarAqui ando devolviendo la visita.
Este relato me ha gustado mucho,
Gracias :0)
Me ha gustado leerte.
ResponderEliminarNo debería existir el maltrato para nadie